domingo, 8 de octubre de 2017

Yo viendo a Jacques Rivette.


Daba miedo.

La escena daba miedo.

Esta era la escena:

Estaba yo en el living de mi casa, frente al televisor.

El lugar ordenado.

Una luz tenue que venía desde fuera.

Y claro, sentado en un sillón estaba yo.

Sentado y viendo a Jacques Rivette.

Una película de Rivette, me refiero.

No recuerdo cual.

Solo sé que daba miedo verme ahí, mirando a Jacques Rivette.

De todas formas no sé bien cómo explicarlo.

No es que el miedo lo produjese el verme.

Tampoco el film de Rivette.

De hecho, recuerdo haber mirado por el lugar buscando qué es lo que asustaba, realmente.

Sin embargo, tras mirar, solo confirmaba que aquello daba miedo.

Yo viendo a Jacques Rivette, me refiero.

Y es que algo ocurría al ver a Jacques Rivette.

Algo que asustaba, por cierto, pero sobre todo algo que ocurría dentro mío.

Dentro del yo que veía a Jacques Rivette, quiero decir.

No sé si me explico.

Tal vez si lo digo de esta forma:

Lo que le ocurría a ese yo, dentro suyo, viendo a Jacques Rivette, originaba un miedo profundo al yo que veía aquella situación, desde fuera.

Era casi como contemplar el inicio de un mal.

El comienzo de una comprensión que iba a derivar en algo doloroso.

De verdad no sé cómo decirlo...

Simplemente daba miedo.

Yo estaba viendo a Jacques Rivette.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales