lunes, 27 de noviembre de 2017

Un amigo que toca la trompeta.

“Estuvo horas buscando la forma menos dolorosa
de decirle la verdad
a esos hombres que no se la merecen”
O. W.

Tengo un amigo que toca la trompeta, pero le dan ataques de risa cuando escucha un clarinete.

Por lo mismo, a pesar de su talento, nunca ha podido formar parte de una orquesta sinfónica, como ha sido su deseo.

Siempre pensó que se trataba de un fenómeno pasajero, pero lejos de disminuir, los ataques de risa han aumentado con el tiempo.

Y claro, más allá de poder controlar el sonido que hace al reír, está presente el impedimento de poder tocar la trompeta, mientras ríe.

Para superar este inconveniente ha asistido a numerosos tratamientos, incluidos entre estos las sesiones de hipnosis.

En una de ellas, por cierto, mi amigo me cuenta que experimentó una regresión, para buscar el origen de aquello que le sucedía.

En dicha regresión, si bien no cumplió con su objetivo, se vio a sí mismo como un hombre que torturaba a un grupo de soldados, para que revelaran cierta información secreta.

En este contexto –y esto pudo deberse a una falla en la regresión-, mi amigo no ha podido olvidar algunas imágenes en que desolla parte de los brazos de unos soldados, que llegan incluso a desmayarse por el dolor.

En este contexto, mi amigo fue entonces a otros especialistas, ya no solo para dejar de reír al escuchar un clarinete, sino también para abandonar la sensación de angustia que le provocaban las imágenes de su regresión.

Lamentablemente, ninguna de sus inquietudes fue solucionada, por lo que debió renunciar definitivamente a su sueño de pertenecer a una orquesta sinfónica.

Desde entonces, sin embargo, ha pasado a formar parte de una banda de mariachis que trabaja dando serenatas, principalmente en el barro alto.

Convengamos con él que es una forma, al menos, de superar el problema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales