viernes, 24 de noviembre de 2017

Un grupo de niños y un gran árbol.


La historia comienza con un grupo de niños y un gran árbol. El árbol grande, central, lleno de ramas que se pierden en la distancia. Para quien quiera calcular de forma más exacta las proporciones, podría señalarse que si la totalidad de los niños intentasen rodear el tronco del árbol y abrazarlo, faltaría al menos un personaje más para poder lograrlo.  Entonces, del grupo de niños que está cerca del árbol, es necesario que uno de ellos lance algo hacia lo alto y que la cosa lanzada quede entre las ramas del árbol ya mencionado, a una altura que les impida a los niños acceder a ella fácilmente. De esta forma, intentando luego rescatar aquella cosa que ha quedado sobre el árbol (un bolso, una pelota, una prenda de vestir…) los niños que están en escena comenzarán a lanzar otras cosas, buscando impactar lo arrojado en primer término y hacerlo caer. Lamentablemente cuando esto comience a ocurrir, y luego ya de forma abiertamente anómala, seremos testigos de cómo cada una de las cosas lanzadas, queda también atrapada entre las ramas, en altura, sin poder ser rescatada. Ante esto, que podrá producir risa en primer término, pero que comienza a incomodar luego de un primer momento, ha de agregarse la incertidumbre de los niños que van quedando sin cosas que lanzar, bajo el árbol, y que son testigos de cómo comienza a atardecer en el lugar en que se encuentran, logrando así poco a poco, generar y transmitir cierta sensación de angustia. Las acciones que siguen, por cierto, deberán incrementar, en lo posible, dicha sensación, y consistirán en la ascensión al árbol, de los niños que se encuentran en escena. Dicha ascensión, llena de riesgos y dificultades, culminará en cada caso con el aparente extravío de los personajes sobre el árbol, quienes dejan de responder y dar señales claras de ubicación a quienes quedan abajo, hasta que el último de ellos ha subido y desaparecido entre las ramas, quedando en ese instante, todo en silencio. Finalmente una última escena, ya prácticamente a oscuras, consiste en unas figuras adultas, probablemente los padres de los niños que han quedado sobre el árbol, quienes se pasean con gran nerviosismo portando linternas y otros elementos, mientras buscan a los niños, infructuosamente. De esta forma, mientras se termina de oscurecer la escena, debe quedar instalada la sensación de pérdida, como una acción ya irreparable de la cual se podría poner en duda, incluso, su carácter fortuito e involuntario.

2 comentarios:

  1. Hola! Te descubrí hace unos días, por casualidad. Me gusta mucho lo que hacés! Y que escribas todos los días... si usara sombrero, me lo sacaría :) Seguiré leyendo, para atrás. Saludos desde Buenos Aires

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    1. Gracias. Aunque ya hace mucho tiempo que estoy medio bloqueado y supongo que esto está por caer. Saludos.

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