domingo, 3 de diciembre de 2017

Un hombre con una cabra.


Hace días se pasea por esta calle un hombre con una cabra.

La lleva amarrada como si fuera un perro, solo que la cabra se detiene de vez en cuando y come de un bocado aquello que encuentra.

El diario de un vecino, un gorro de lana y hasta un yogurt de frutilla, que le arrebató a un niño.

No faltó quien pensó que podría atacarnos, pero ya comprobaron que, al menos, no come carne de ningún tipo.

Esto sin duda nos tranquilizó un poco, pero también es cierto que la gente ha comenzado a preocuparse.

Los más exagerados dicen que la cabra puede comerse el mundo.

Los más sensatos, en cambio, temen seriamente por sus cosas.

La señora Felicia, por ejemplo, acusa a la cabra de comerle su manguera.

Don Sergio, el verdulero, señala que el animal se tragó la rueda de repuesto de su furgón.

Pueden parecer cosas sin importancia, pero en el fondo todos sabemos que el alma del hombre se deposita en las cosas.

Y desde que ronda el lugar esa cabra, no nos vamos tranquilos dejando el alma así, en los sitios de siempre.

Como vecinos hablamos al respecto, pero no llegamos a ninguna solución clara.

Después de todo, no podemos andar acarreando el alma siempre, de un lugar a otro.

Me refiero a que no la necesitamos en el trabajo o en nuestras diligencias diarias.

Además, coincidimos en que es un riesgo llevarla siempre con nosotros.

-Es como salir a la calle con joyas verdaderas –dijo la señora Margarita.

-Una cabra no puede obligarnos a hacer lo innecesario –dijo más agresivo don Pascual-, mostrando una pistola oxidada que guardaba en un cajón.

Y claro, fue tras esa reunión que tomamos la decisión definitiva.

Por mayor seguridad, entonces, dejamos que las mujeres se restaran y como hubo voluntarios, el resto pudimos irnos tranquilos a nuestras casas.

Para finalizar, se acordó que el asunto se resolvería a más tardar este fin de semana y que todos guardaríamos silencio si llegasen a preguntarnos por el origen de los hechos.

Cuando ya todo esté resuelto, por supuesto, volveré a contarles lo sucedido.

Aunque el final, en este caso, parece ser bastante simple.

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