martes, 6 de febrero de 2018

Un daño no irreparable.


Lo habían asignado como ayudante para la cátedra que comenzaría en el semestre de invierno. Anatomía comparativa entre peces y anfibios, era el nombre propuesto. Le habían hablado del profesor y desde entonces había intentado leer algunos de sus escritos. Lamentablemente, ninguno de sus textos le pareció inteligible. Más aún, todos estaban fuera de su área salvo uno, sobre el sistema nervioso de los peces barbos. Para tener algo que hablar con el profesor consiguió algunos de estos peces. Los observó detenidamente y leyó el texto varias veces. De hecho, no estuvo de acuerdo en varias interpretaciones del comportamiento de estos peces, por ejemplo, las que se relacionaban con la extraña postura que adoptaban algunos de estos peces, al dormir. Para conocerlo y hablar sobre el curso que iba a comenzar, el futuro ayudante trató de contactar al profesor por medio de una carta. Saludó cordialmente, se presentó, comunicó sus deseos de reunirse prontamente y hasta le comentó algo sobre el comportamiento de los peces barbos, aunque sin entrar en detalles. Cuando ya pensaba que no recibiría respuesta se encontró con una breve carta del profesor titular. Estaba  enfermo. Escribía una obra dramática y sentía que tenía poco tiempo. No creía que fuese a realizar, finalmente, el curso. Por último, no estaba de acuerdo con lo que el ayudante le había manifestado sobre los peces barbos. Para discutir esto último es que accedió a reunirse brevemente con él, aunque cuando el futuro ayudante fue hasta su hogar, solo pudo verlo tres minutos. En ese tiempo se saludaron, hicieron un breve comentario sobre la universidad y el profesor le solicitó intercambiar apuntes. El ayudante le dejó entonces sus observaciones sobre los peces barbos y su interpretación sobre la forma tan extraña de situarse cabeza abajo, y supuestamente se llevaría unos apuntes relacionados con el curso que ahora, al parecer, ya no se realizaría. Poco después, sin embargo, el ayudante se percataría que llevó a casa las hojas equivocadas. De hecho, las que se llevó contenían el final de la obra en que estaba trabajando el profesor. Ya en su hogar, el ayudante leería el final varias veces, pero no logró saber de qué iba aquella historia. En cambio, observa de forma superficial algunos elementos: hay un loco con un niño, luego hablan otros hombres sobre algo que no se entiende y hacia al final aparece una vieja, que al parecer cuenta una historia que no está apegada a la realidad en que viven los otros personajes. Eso y nada más hasta llegar al fin. Un par de días después, justamente mientras escribía una carta al profesor indicándole que trajo otros papeles, le comunican oficialmente al futuro ayudante que el curso no se hará, pues el catedrático ha sido hospitalizado y no se prevé una pronta recuperación. De hecho, luego de tres días fallece el profesor y el que habría sido su ayudante asiste al funeral. Meses después, por cierto, este último publicaría un texto dedicado a la postura invertida de los peces barbos, que dedicaría al fallecido profesor. En dicho texto, se plantea que los peces barbos adoptan una forma invertida al dormir a modo de protección, ya que si son mordidos por otros peces estos atacarían primeramente el cuerpo, y no la cabeza, causándoles así un daño no irreparable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales