miércoles, 9 de mayo de 2018

Evaluar las formas. Amarlas. Comprenderlas.

“Confianza en el anteojo, no en el ojo”.
C. V.

*

No sé evaluar las formas.

No sé amarlas.

No sé comprenderlas.


Por ejemplo:


No sé gustar de las palabras.

No sé apreciar la superficie.

No sé recordar el color de los ojos.


*

No sé evaluar las formas.

No sé amarlas.

No sé comprenderlas.


Por ejemplo:


No sé observar las cicatrices.

No sé recordar el final de un argumento.

No sé apreciar un cuadro por su estética.


*

No sé evaluar las formas.

No sé amarlas.

No sé comprenderlas.


Por ejemplo:


No sé extasiarme con la belleza de las flores.

No sé contar hasta diez sin perderme entre los números.

No sé pensar cómo vivir y vivir al mismo tiempo.


*

No sé evaluar las formas.

No sé amarlas.

No sé comprenderlas.


Por ejemplo:


No sé elaborar una estrategia.

No sé distinguir una piedra de una joya.

No sé decir aquello que debía ser dicho.


*

No sé evaluar las formas.

No sé amarlas.

No sé comprenderlas.


Sin embargo:


No sé tener vergüenza de no amarlas.

No sé tener vergüenza de no comprenderlas.

Sé creer en aquello que ha de llegar a su tiempo.

*

No sé evaluar las formas.

No sé amarlas.

No sé comprenderlas.


Y no saber aquello es liberador como el cansancio.

Y no saber aquello está lleno de fe, como el silencio.

Y no saber aquello es hermoso como un final que no se dice.

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