martes, 8 de mayo de 2018

Los zapatos.


Los que saltan de los puentes dejan siempre sus zapatos.

Uno junto al otro, como si hubiese todavía alguien sobre ellos.

Alguien que no vemos, alguien que elige no saltar.

Yo recojo esos zapatos.


Entonces los llevo hasta la casa.

Los lleno de tierra y les arrojo semillas.

Los pinto de colores si me parecen simpáticos.

A veces me los pongo, y en secreto, intento bailar.


No me preocupo de los antiguos dueños.

Dejo que salten y escucho el impacto.

No los critico. No lo disfruto. No me compadezco de ellos.

Entonces es cuando encuentro los zapatos.


Nadie los ve, sobre los puentes.

Pasan desapercibidos, mientras observan el cuerpo allá abajo.

Entonces cuentan anécdotas de aquel hombre que apenas conocieron.

Y comentan entre ellos que aquel que se lanzó, no supo comprender la vida.


A veces, una foto de mujer queda en los zapatos.

A veces la foto de un hombre, o hasta la de un menor.

Una vez, por ejemplo, encontré la foto de un perro y hasta la de una tortuga.

No guardo esas fotos, por cierto, pues nada pueden contener.


(x2)

Los que saltan de los puentes dejan siempre sus zapatos.

Uno junto al otro, como si hubiese todavía alguien sobre ellos.

Alguien que no vemos, alguien que elige no saltar.

Yo recojo esos zapatos.

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