lunes, 14 de mayo de 2018

Un rumor, hasta que lo conoces.


I.

-Todo es un rumor hasta que lo conoces –le dije.

-¿Un tumor? –me preguntó.

-No, hueón. Un rumor.


II.

-Perdón –se excusó-. Es que mi bisabuela tiene un tumor. Me enteré hace poco.

-¿Está viva tu bisabuela? –pregunté.

-Hasta hace unos días sí, al menos -contestó.  

-¿Y dónde tiene el tumor, tu bisabuela?

-Lo guarda en el refrigerador, en un pote de comida –me dijo-. Yo casi me lo como el otro día. Entonces me enteré.


III.

-Le pidió al doctor poder llevárselo –me explica-. Tenía como diez centímetros de diámetro y hasta le encontraron dientes. El doctor se lo pasó, pero le prohibió ponerle nombre.

-¿Ponerle nombre a tu abuela…? –pregunté.

-No, hueón… -me contesto-. Ponerle nombre al tumor.


IV.

-¿Y para qué quiere el tumor tu abuela, a todo esto? –le pregunté.

-No sé… lo llevó mucho tiempo, supongo –me contestó-. Se habrá encariñado.

-O para que dejara de ser un rumor –le digo-. Un tumor también es un rumor, hasta que alguien lo extirpa.


V.

-¿Y si te mata? –me preguntó entonces-. ¿Si no lo extirpan y te mata? ¿Es un rumor o un tumor?

-Un rumor, por supuesto –afirmé.

-¿Un tumor?

-No, hueón –le aclaré-. Un rumor. Todo es un rumor, hasta que lo conoces.

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