sábado, 12 de mayo de 2018

Una filipina / Tú tendrías que saber.


I.

-Yo estaba igual que tú hasta que me atendió una filipina –me dijo.

-¿Qué significa igual a mí? –le pregunté.

-Como tú po, hueón –me respondió-. Tú tendrías que saber.

Yo lo pensé un rato y no lo supe.

De todas formas no insistí.


II.

-Si quieres te doy el contacto –ofreció.

-No pago por esas cosas –le dije.

No dijo nada, pero me miró extraño.

-O sea no de esa forma –me expliqué.


III.

-La filipina te camina por la espalda –dijo entonces.

-¿Cómo…? –pregunté.

-Que la filipina te camina por la espalda –repitió-. Es chiquitita, te acuestas boca abajo y te camina por la espalda… Hace masajes, hueón… o algo así…

-Entiendo… -dije yo.


IV.

-Es como si uno fuera un camino –me dice-. Y entonces es como si la filipina fuese a un lugar, caminando sobre uno…

-¿Y qué se siente ser camino? –le pregunto, sin creer mucho en su impresión.

-Bien po, hueón –me dice-. Se siente bien.


V.

-A veces la filipina cuenta una historia mientras te camina por la espalda –dice entonces.

-¿Qué historia? –pregunté.

-Distintas historias po, hueón… -me dice-. Místicas yo creo…

-¿Cómo cuál?

-Como la de un hombre que quiere cambiar un rio de lugar –contesta-. Y solo tiene un balde roto…


VI.

-Si quieres vamos a verla un día –volvió a decir, mientras se iba-. Yo estaba igual que tú, hasta que me atendió...

-¿Qué significa igual a mí? –le pregunté otra vez.

-Tú tendrías que saber –repitió.

Ahora yo, sin embargo, había llegado a la respuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales